Se continúa el mismo tema, trazando las artes de la mujer extraña, como una advertencia a los incautos. Que la palabra de Dios habite en nosotros y que, así, esté escrita donde siempre estará a la mano para ser leída. Así seremos resguardados de los efectos fatales de nuestras propias pasiones y de las trampas de Satanás. Que la palabra de Dios confirme nuestro horror del pecado y las resoluciones en su contra.