El eclipse lunar total del 14 de marzo no solo fue un espectáculo en el cielo, también fue una oportunidad única para la ciencia. Durante este fenómeno, la Tierra se alineó entre el Sol y la Luna, proyectando su sombra y tiñendo la Luna de rojo. Este color se produce por la luz solar que atraviesa la atmósfera terrestre y revela información clave.
La Dra. Yasmina Martos, científica planetaria del Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA, explica que, al analizar el tono rojizo, los expertos pueden saber cuánto polvo o contaminación hay en la atmósfera. Además, al comparar eclipses de distintos años, es posible detectar cambios ambientales. Por eso, los eclipses son mucho más que un evento visual: son herramientas para entender mejor nuestro planeta.