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Desde la terminal de Posadas continuamente están saliendo colectivos para el interior de la provincia, y llegar a Candelaria o Santa Ana resulta nada más que un trámite rápido. Y ni qué decir si se viaja en auto. Rutas de doble mano, perfectamente señalizadas, puentes sobre los arroyos, hacen que ni prestemos atención a estos detalles, y mucho menos que tengamos en cuenta cómo pudieron ser los viajes hacia estas localidades en otros tiempos, digamos hacia la época en que arribara a Misiones el conocido sabio Moisés Bertoni.


Bertoni había llegado de Suiza, con su familia, hacia 1884 con la idea de fundar una colonia en estas tierras. Era un experimentado meteorólogo, además de botánico, zoólogo y experto en cuestiones de agricultura. Es así que luego del consabido viaje desde Buenos Aires hasta Corrientes por el Paraná, y desde allí a Ituzaingó, llega a Posadas, una ciudad que cuenta con unos 3.000 habitantes en épocas del Gobernador Rudecindo Roca. Llega un 23 de mayo, y el 25 se pone en viaje hacia su destino en Santa Ana, y esto es lo que queremos destacar con respecto a lo que representaba el viaje hasta esa localidad por entonces. Pero no lo contemos nosotros sino dejemos que el propio sabio Bertoni lo diga con sus palabras:


“El 25 de mayo la caravana se pone en camino, y a la noche, hacemos campamento en el río Garupá. Este río es uno de los más importantes afluentes del Paraná y al tiempo de las lluvias mide unos cuantos centenares de metros de ancho. Afortunadamente cuando llegamos estaba bajo, quince días más tarde no hubiésemos podido vadearlo.


“Quien no lo ha visto no puede darse una idea de lo que es la travesía de uno de estos ríos, y del peligro que ello constituye.


“La orilla y el lecho del Garupá  son de pura piedra, roca viva y desigual, los bueyes con dificultad mantienen la cabeza fuera del agua; gotea la sangre bajo los golpes de la picanilla; cada tanto un carro está a punto de volcarse y ahogar a los que están adentro, pero de un brinco los carreteros corren en su ayuda, semidesnudos, con el agua hasta los hombros”


Finalmente, después de varias horas de penurias estamos a salvo en la ribera opuesta y a la noche hacemos alto en la colonia de Candelaria junto a la cual hacemos campamento.


“El 27 fue otro día glorioso. Debimos vadear el río San Juan, más chico pero aún más difícil todavía que el Garupá. Pasarlo demandó más de media jornada. Todos descendimos de los carros. Los hombres entraron al agua y transportaron a las mujeres y los niños. Precaución muy útil, porque uno de los carros se tumbó en un punto difícil y quedó hecho pedazos.


Finalmente el 28 de mayo llegamos Santa Ana.”


Como podemos apreciar, tres días les demandó el viaje desde Posadas a Santa Ana con todas las dificultades narradas. Son relatos que nos hablan de cómo se fue forjando la provincia que tenemos, y como, a fuerza de superar dificultades podemos disfrutar hoy de las comodidades que tenemos.