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Cuando hoy recorremos la provincia y vemos el desarrollo turístico que tiene, el confort de los hoteles, la gastronomía, difícilmente nos pongamos a pensar que todo ello tuvo un comienzo y que en ese comienzo no se tenía en cuenta al viajero en su condición de turista, preferentemente atendido pensando en su regreso y en su opinión para otros vengan. Simplemente se atendía al viajero como a alguien que por alguna necesidad había tenido que llegar a este sitio y como tal debía acomodarse a lo que se le ofreciera. Todo eso porque, sencillamente, la industria turística recién nacía en el mundo pero no había llegado aún por acá.


Tal es el caso de un viajero ilustre, como Ladislao Holmberg, médico, escritor, naturalista, que llega a Posadas allá por 1887, y nos deja testimonio, en su libro “Viaje a Misiones”, de cómo era la vida en esta ciudad y, en especial, cómo era el servicio que se prestaba en los hoteles del centro.


Oigamos primero lo que dice de su visita al mercado de la ciudad: “Visité el mercado, o más bien, pasé por él más de una vez como que quedaba en el camino de mis excursiones diarias. Los puestos son cuatro estacones y techos de paja colocadas frente o al costado del Palacio de Gobierno y haciendo esquina con la plaza principal. En ellos se vende carne, maíz, mandioca, zapallo, a veces queso y algo con el aspecto de chicharrones o tiras de gordura atadas y fritas por lo cual deben ser muy golosos algunos pobladores. En varias ocasiones he visto rosquitas de maíz o de mandioca.”


Los puesteros son gente tan vocinglera y alborotadora como los mismos mercaderes análogos de Corrientes, y los clasifico así porque hablan todos a un tiempo y todos en guaraní.”


Holmberg se ha alojado en Gran Hotel San Martín, frente a la Plaza 9 de Julio y cuenta del servicio: “El menú se resentía un poco de monotonía, pero la carne era tan delicada que permitía variar con ella todas las listas, de modo que si en la mañana figuraban “Bisteques con huevo”, a la tarde podíamos estar seguros de encontrar la inversión, formulada como “Huevos con bisteques”. A los pocos días de estar allí nos fijamos en la ausencia de papas y lo dijimos. El mozo se echó a reír, pero más tarde recibimos el anuncio de que pronto las habría. Las papas no se cultivan en Posadas y las muy pocas que allí se consumen provienen de Buenos Aires o de Rosario. La mandioca, cocida en puchero, ocupa su lugar. Las verduras que acompañan a la carne son choclos, muy duros casi siempre, mandioca y zapallo. La cebolla es muy escasa y el tomate es casi tan raro como el Ave Fénix.”


“Por lo demás la vida es allí completamente doméstica.”


“Fuera de la iglesia, que trae bastante concurrencia de devotos y de curiosos, no hay otro teatro de reunión.”


Testimonios de un viajero de hace más de un siglo para que podamos apreciar los cambios producidos sobre el mismo espacio en que hoy vivimos.