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Con frecuencia las imágenes del pasado histórico que guardamos en nuestra memoria
son las que ha imaginado algún pintor o dibujante y que nosotros hemos
incorporado por haberlas visto repetidas en libros de lectura, en revistas o
diarios. Así ocurre con los retratos de los próceres, con episodios como el del
25 de mayo frente al cabildo de Buenos Aires, aquel día lluvioso, o el General
San Martín cruzando los Andes con su ejército. Algún artista imaginó la escena
de esos tiempos en que todavía no existía la fotografía, y nuestra idea del
episodio histórico se basa en esa imagen. Hoy, en este espacio referido a lo
que conocés de Misiones, vamos a referirnos a una artista que tiene mucho que
ver con la imagen de cómo era la vida en los pueblos jesuíticos cuando estos
estaban habitados y en su esplendor.


Esta
artista fue la pintora francesa Léonie Mathisse y que dejara en el país
pintadas numerosas escenas del pasado colonial, tanto de Buenos Aires como de
Córdoba y de las misiones jesuíticas, que es lo que nos interesa.


 Léonie Matthis Nació en Francia, en 1883, y a
los quince años ingresó a Escuela de Bellas Artes de París, como una de las
primeras mujeres admitidas en esa Academia en la que estudió diez años. Casada
luego con un retratista español se radicó en Argentina en 1912 y desde
entonces, atraída por el paisaje y la historia de nuestro país, hizo muchos
viajes al interior pintando en cada lugar cuadros que testimonian la
arquitectura y las costumbres de la gente.


Para
poder hacer sus pinturas contó con el asesoramiento de historiadores como
Ricardo Levene y Enrique Udaondo,  pero
también de figuras como la del escritor Leopoldo Lugones, que en 1903 había
hecho una expedición a las misiones jesuíticas, así como del principal
historiador de ese período, el sacerdote Guillermo Furlong, autor de un libro
clásico como es “Misiones y sus pueblos jesuíticos”.


Con
el asesoramientos de estos especialistas, Mathisse logró pintar cuadros que nos
transportan a aquella época de los pueblos jesuíticos habitados, y vemos así,
por ejemplo, una panorámica del titulado “La visita del gobernador” con un
enfoque aéreo de la plaza de San Ignacio cuando llega el gobernador con su
séquito de hombres a caballo. O los casamientos colectivos de jóvenes guaraníes
frente al pórtico de San Ignacio, con las parejas en fila esperando la
bendición del sacerdote, o escenas de la imprenta en las misiones, donde se
puede ver al cura encargado y los ayudantes indígenas imprimiendo los primeros libros
en la primea imprenta del país, mientras otros ayudantes preparan el papel.
Todo dentro de esos claustros que ahora son solo ruinas, pero que a partir de
esas imágenes nos llevan de manera vívida a aquellos momentos que sin lugar a
dudas ocurrieron de esa misma manera.


No
todos los acontecimientos del pasado han encontrado quien los represente
fielmente. Pero sin duda para nosotros, en Misiones, fue una suerte que esta
pintora francesa, que murió en 1952, supiera captar con tanta fidelidad y
calidad artística aquellos momentos y legarnos esos testimonios únicos que
enriquecen nuestra historia.