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Hoy, en estas historias que tienen que ver con  Misiones, tu provincia, vamos a referirnos a un personaje que tuvo un destacadísimo papel en las primeras décadas del siglo pasado. Nos referimos a Carlos Culmey, el fundador de colonias en Brasil y Argentina, y en especial a su trágica muerte, ocurrida en aguas del río Uruguay y narrada por su hija, Tutz Culmey, cuando ya anciana, y residente en Porto Alegre, decidió contar la historia de su padre, el pionero.


La vida de Carlos Culmey estuvo marcada por su decisión de llevar a cabo emprendimientos de colonización en América y a ello consagró su vida. Nacido en Alemania, en 1879, e hijo de un funcionario militar, fue un alumno brillante que a los 20 años obtenía ya su título de ingeniero civil. Casado muy joven emigró a Brasil, a Porto Alegre, y a poco se dedicó a organizar colonias de inmigrantes alemanes, tarea en las que desplegó  su inagotable vitalidad e inteligencia sobreponiéndose a todo tipo de contingencias.


En Brasil, desde los primeros años del siglo XX, fundó varias colonias, en zonas agrestes, y en Misiones, como sabemos, hacia el año 1919, las del Alto Paraná como San Alberto, Puerto Rico, Capiovy y Montecarlo.


Cuenta su hija Tutz que en aquellos tiempos, para ser colonizador no alcanzaba sólo con ser agrimensor y vendedor, sino que había que disponer de talento para convertir grandes extensiones de tierra virgen en ciudades y colonias prósperas. Y sobre todo, saber estar, en todo momento, al lado de esos colonos recién llegados, asistiéndolos en sus muchas necesidades. Se debía conocer el alma humana y, por sobre todo, saber aconsejar a esa gente proveniente de otras culturas, desarraigados de golpe y asentados de un día para otro en pleno monte.


Hacia 1926, luego de desarrollada su etapa colonizadora en Misiones, Carlos Culmey vuelve a Brasil y allá prosiguió su tarea colonizadora fundando numerosos pueblos que son hoy prósperas ciudades de aquel país, obteniendo el reconocimiento de ser un padre protector por parte de mucha gente a la que ayudara a establecerse.


A mediados de los años 30, dedicado a la explotación maderera y residente en Chapecó, en el Estado de Santa Catarina, programa un viaje más de los que hacía aguas abajo al menos una vez al año para llevar hasta Santo Tomé, a remolque con una lancha, una jangada con maderas. Lo acompañaba su yerno, un amigo y algunos tripulantes, pero ocurrió que al tomar un brazo equivocado del río la embarcación no resistió los rápidos del Uruguay y se hundió en los remolinos. Los náufragos ganaron como pudieron a nado la orilla, resistiendo tomados de las ramas y lograron sobrevivir, pero Carlos Culmey desapareció en la correntada y su cuerpo fue hallado sobre la costa argentina recién tres días después del accidente.


La consternación que produjo su muerte fue mucha, tanto en Brasil como en Argentina, ya que en sus días de colonizador de estas regiones había logrado cosechar los mayores afectos y su figura siempre es recordada, al menos en Misiones, en las localidades que fundara y que hoy son grandes y prósperas ciudades.