Y no lo tomes de una manera personal pero visualiza a un hombre solitario, con los ojos fijos en las manecillas de su reloj, parado en medio de un paisaje cosmopolita y en constante expansión donde los relojes se derriten sobre las aceras y edificios pretéritos, simbolizando un estado donde el tiempo ha perdido su significado y el momento es completamente estúpido, despersonalizado y eterno.