Recemos, hoy y siempre, por nuestros pastores. El Señor, el Buen Pastor, regale a la Iglesia fieles y santos pastores que la guíen, y haga de cada uno de nosotros buenos pastores para nuestros hermanos.
Un buen pastor, un pastor según el corazón de Dios, es el más grande tesoro que el buen Dios pueda conceder a una parroquia y uno de los dones más preciosos de la misericordia divina. Santo Cura de Ars