Lo primero que hizo el nuevo gobierno fue presentarse ante la población como el “tercer gobierno de la revolución”, una forma algo provocativa de definirse, pues se evocaba implícitamente el fantasma de Árbenz y se desconocía cualquier continuidad que pudiesen haber reclamado ciertos seguidores de Carlos Castillo Armas, también él un personaje de la revolución de 1944. Pero en la práctica el gobierno de Méndez Montenegro no resultó conflictivo ni tuvo la pugnacidad propia de los antecesores de los que se sentía heredero, sino que optó por una política bastante consensual,