La guerrilla rural, en apariencia, había sido casi totalmente eliminada de Guatemala. Dispersado el foco de nororiente las emboscadas y los enfrentamientos en el campo disminuyeron notablemente, sobre todo a partir de 1973. Pero esto no se debió en absoluto a que los dirigentes marxistas hubiesen renunciado a la lucha armada y a la estrategia guerrillera, sino a las particulares circunstancias que vivieron los diversos grupos marxistas durante estos años.