Los intentos conspirativos no habían cesado desde ese 23 de marzo de 1982. Desde el MLN Leonel Sisniega Otero prosiguió con su labor casi desde el mismo momento en que se sintió injustamente apartado del poder, pues había sido uno de los artífices del derrocamiento del general Lucas. En el ejército abundaban los oficiales que solo habían querido que se repitieran las elecciones de 1982, no que se estableciese un nuevo gobierno militar, pues su objetivo era –precisamente– apartar al ejército de la vida política, concentrarlo en su lucha contra la guerrilla y acabar con la corrupción.