Después de intentarlo durante mucho tiempo la DCG llegaba por fin al poder, favorecida por los cambios que se habían dado a comienzos de los ochenta, por los sucesivos golpes militares que habían permitido el retorno a un sistema democrático más amplio y plural. Con sus promesas de cambio, con su trayectoria de lucha, Vinicio Cerezo Arévalo contaba, al asumir el mando en enero de 1986, con un amplio caudal de prestigio en la opinión pública y con el respaldo mayoritario del organismo legislativo. Todo permitía augurar que, así favorecido, pudiese emprender una sólida obra de gobierno.