La posibilidad de crear un núcleo marxista en Guatemala ya estaba presente desde 1944, pero se dieron condiciones aún más propicias gracias el espíritu de apertura política que reinó luego del 20 de octubre. Los comunistas eran “admirados” por muchas personas que ansiaban un cambio social profundo y criticaban como injusto el orden existente. Con el auxilio de algunos exiliados salvadoreños y de otros países, varios militantes de izquierda fueron dando, en fecha tan temprana como 1945, los primeros pasos en la constitución de lo que sería luego el partido comunista de Guatemala.