Si se quería transformar a fondo la realidad del país había que extender la revolución hacia el interior, hacia el variado mundo rural en el que coexistían desde comunidades indígenas apegadas a prácticas centenarias hasta la poderosa United Fruit, uno de los ejemplos exitosos de la moderna empresa capitalista y transnacional. El propósito era sacudir al país desde su centro político hasta los últimos confines, una tentativa de transformación que pretendía crear una nueva Guatemala, más moderna y más justa. Si este objetivo se formulaba como un rechazo al pasado podía decirse que, en general, había un cierto acuerdo general a su favor: eran muy pocos los que pensaban que se pudiese volver a la Guatemala rural de principios de siglo y muchos los que deseaban la rápida modernización del país.