Después de la destitución de los magistrados de la Corte, la oposición en su gran mayoría asumió que el gobierno de Arbenz había perdido su legitimidad y comenzó a organizar acciones que buscaban el derrocamiento del régimen por la fuerza. Las fuerzas de oposición siguieron dispersas y enfrentadas muchas veces entre sí por lo menos durante más de un año. Pero, al profundizarse la reforma agraria y adquirir el gobierno de Arbenz un sesgo cada vez más proclive al comunismo, la oposición aumentó sus fuerzas, trató de hacer un trabajo político más coordinado y, a partir de mediados de 1953, el gobierno norteamericano se decidió a intervenir también de modo más directo, apoyando a los opositores y tratando de que formaran un frente de lucha realmente unificado.