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El himno “Oh ven, Oh ven, Emmanuel” está basada en las siete “Antífonas O”, una serie de oraciones basadas en pasajes bíblicos que, según la tradición, se recitan o entonan antes del Magníficat en los servicios de Vísperas del 17 al 23 de diciembre. Cada Antífona O destaca un título para el Mesías. Esta es la séptima:

¡O, Emmanuel!, Rey y Legislador nuestro, esperanza de las naciones y Salvador de los pueblos: Ven a salvarnos, Señor Dios nuestro (O Emmanuel (Dios con nosotros), Isaìas 7:14, Mateo 1:23.).

Isaías 7:14 es una profecía mesiánica muy conocida. El nombre "Emmanuel" significa "Dios con nosotros" en hebreo. El nombre es un signo profético de esperanza e intervención divina. El nombre "Emmanuel" aparece durante una época de agitación política e incertidumbre para el reino de Judá. En la época del profeta Isaías, alrededor del 743-739 a. C., la Tierra Prometida estaba dividida en el reino del norte de Israel y el reino del sur de Judá. El reino del norte se alió con Siria contra Judá. El Señor le asegura al rey Acaz, descendiente de David, que está con Judá y que los planes de conquista de la alianza del norte quedarán en nada. De hecho, el reino del norte de Israel, también conocido como Efraín, sería destruido por los asirios en el plazo de sesenta y cinco años. Pero el Señor también advierte a Acaz que si no confía en Dios, el reino del sur tampoco durará.

Acaz no respondió a este mensaje consolador, puesto que ya había hecho arreglos para obtener la ayuda de Asiria. En un esfuerzo sincero por lograr que depositara su confianza en la ayuda del Señor, Dios le ofrece a Acaz no solo su palabra, sino cualquier señal que Acaz quisiera para demostrar su buena voluntad. Pero Acaz, con inicua incredulidad y repugnante hipocresía, dijo: No pediré ni tentaré al Señor. Habiendo decidido ya conseguir la ayuda de Asiria, rechazó la oferta de Jehová con un pretexto hipócrita. Cuando la incredulidad asume las vestiduras de la piedad, el efecto es mucho más repugnante que la blasfemia y la burla abiertas. Por eso el Señor le dice a Acaz que la única señal que la casa de David recibiría a partir de ese día estaría relacionada con la promesa del nacimiento del Mesías del linaje de David. Eso sucedería mucho después de la caída de Judá de la gloria.

Ahora, acerca de esa profecía en sí. Algunas traducciones modernas de Isaías 7:14 cometen el error de traducirlo como “la joven concebirá”, no como “la virgen concebirá”. Algunos eruditos han debatido sobre el hecho de que la palabra hebrea utilizada no es “bethulah”, que se refiere explícitamente al estado de una mujer joven que no ha conocido a un hombre, sino “almah”, que se refiere a una mujer joven y soltera, sin hacer referencia explícita a su virginidad. En la antigua sociedad israelita, el término “almah” refleja una etapa en la vida de una mujer antes del matrimonio, en la que se la considera pura y apta para el matrimonio. La expectativa cultural era que una “almah” sería virgen, ya que la castidad prematrimonial era muy valorada. La Septuaginta, la traducción griega del Antiguo Testamento que apareció antes del nacimiento de Cristo, traduce “almah” en Isaías 7:14 como “parthenos”, que significa explícitamente “virgen”. San Mateo usa la palabra parthenos al citar Isaías 7:14 en Mateo 1:23. Esto es después de que Mateo explica que José tomó a María como su esposa, a pesar de que ella estaba embarazada, porque el ángel le reveló que había concebido por el poder del Espíritu Santo. Incluso en la primera profecía mesiánica, Génesis 3:15, se da a entender que el Mesías sería la simiente de la mujer, no del hombre. En Romanos 5:12-21, San Pablo explica que era necesario que Jesús naciera de una virgen para romper el ciclo del pecado original y convertirse en el segundo Adán.

Así que no debemos ser como el rey Acaz y despreciar la Palabra de Dios y la maravillosa señal que nos dio en la encarnación de su Hijo, sino regocijarnos y confiar en su promesa de que, así como sufrimos la muerte física a causa de la desobediencia del primer Adán, participaremos de la resurrección del segundo.

He aquì que vienen dìas, dice el Señor, en que levantarè a David renuevo justo, y reinarà como rey, el cual serà dichoso, y harà juicio y justicia en la tierra. Y èste serà su nombre con el cual le llamaràn: Jehovà, justicia nuestra. Gloria sea al Padre, y al Hijo, y al Espìritu Santo. Amèn.

HIMNARIO LUTERANO Nº 371

LETRA: latín, c. s. XII; Psalteriolum Cantionum Catholicarum, Colonia, 1710; trad. inglés: John Mason Neale, 1818-1866; trad. español: Alfred Ostrom, 1868-1941, estr. 1, 4 y 5; Roberto. Weber, n. 1990, estr. 2; Dimas Planas-Belfort, 1934- 1992, estr. 3, 6; Federico J. Pagura, 1923-2016, estr. 3. (estr. 1, 4 y 5, estribillo) dominio público; (estr. 2) © Roberto A. Weber, 2019; admin. por Iglesia Luterana Confesional de Chile; (estr. 3, 6): © Editorial Avance Luterano; (estr. 7): © Cántico Nuevo, Methopress Editorial y Grafico, 1962; admin. por Ed. La Aurora.

Ref: Is 7:10-14; Is 11:1-5, 10-11; Mt 1:22-23.

MÚSICA: VENI EMMANUEL, 8 8, 8 8, 8 8. Canto llano, primer modo. francés, siglo XV.

INTÉRPRETES: Roberto A. Weber.