El himno “Oh ven, Oh ven, Emmanuel” está basada en las siete “Antífonas O”, una serie de oraciones basadas en pasajes bíblicos que, según la tradición, se recitan o entonan antes del Magníficat en los servicios de Vísperas del 17 al 23 de diciembre. Cada Antífona O destaca un título para el Mesías. Esta es la cuarta:
¡O, Llave de David!, y Cetro de la casa de Israel, que abres y nadie puede cerrar, cierras y nadie puede abrir: Ven y libra a los cautivos que viven en tinieblas y en sombra de muerte (Isaìas 9:6; 22:22).
En Isaías 9:6, el profeta dice del Niño Jesús prometido: “El gobierno estará sobre su hombro”. En Isaías 22:22, dice, hablando de Eliaquim, el hijo de Hilcías: “Pondré la llave de David sobre su hombro; y él abrirá, y nadie cerrará; cerrará, y nadie abrirá”. Una llave llevada sobre el hombro indicaba autoridad y poder oficial, en este caso, el de la casa de David. Las decisiones de aquel que tenía la llave de David eran definitivas, como si el propio rey hubiera hablado. En este sentido, Eliaquim fue un tipo de Cristo. La frase “llave de David” aparece sólo una vez más en la Biblia. En Apocalipsis 3:7, el Cristo resucitado le dice a San Juan: “Y escribe al ángel de la iglesia en Filadelfia: Esto dice el Santo, el Verdadero, el que tiene la llave de David, el que abre y nadie cierra, y cierra y nadie abre”. Jesús tiene la llave de David; como un verdadero descendiente de David según la carne, como el Hijo del Hombre. Él ha establecido su reino, su iglesia, aquí en la tierra. Él le ha dado a su iglesia este oficio de las llaves, que es esa autoridad especial para perdonar los pecados de los pecadores arrepentidos, pero para retener el perdón de los impenitentes mientras no se arrepientan. Así como las llaves cierran y abren, así también la autoridad para perdonar y retener los pecados (Juan 20:22-23) abre y cierra el cielo. Cuando los ministros llamados y ordenados de la iglesia absuelven a los pecadores arrepentidos en lugar y por mandato de nuestro Señor, y cuando excluyen a los pecadores abiertamente impenitentes de la congregación cristiana, su palabra es tan válida y cierta como si Cristo mismo tratara con nosotros.
He aquì que vienen dìas, dice el Señor, en que levantarè a David renuevo justo, y reinarà como rey, el cual serà dichoso, y harà juicio y justicia en la tierra. Y èste serà su nombre con el cual le llamaràn: Jehovà, justicia nuestra. Gloria sea al Padre, y al Hijo, y al Espìritu Santo. Amèn.
HIMNARIO LUTERANO Nº 371
LETRA: latín, c. s. XII; Psalteriolum Cantionum Catholicarum, Colonia, 1710;
trad. inglés: John Mason Neale, 1818-1866; trad. español: Alfred Ostrom, 1868-1941, estr. 1, 4 y 5; Roberto. Weber, n. 1990, estr. 2; Dimas Planas-Belfort, 1934- 1992, estr. 3, 6; Federico J. Pagura, 1923-2016, estr. 3. (estr. 1, 4 y 5, estribillo) dominio público; (estr. 2) © Roberto A. Weber, 2019; admin. por Iglesia Luterana Confesional de Chile; (estr. 3, 6): © Editorial Avance Luterano; (estr. 7): © Cántico Nuevo, Methopress Editorial y Grafico, 1962; admin. por Ed. La Aurora.
Ref: Is 7:10-14; Is 11:1-5, 10-11; Mt 1:22-23.
MÚSICA: VENI EMMANUEL, 8 8, 8 8, 8 8. Canto llano, primer modo. francés, siglo XV.
INTÉRPRETES: Roberto A. Weber.