De hecho, durante 400 años, la Iglesia Luterana y la Iglesia de Roma consideraron la asunción de María como una opinión piadosa, no necesaria para la salvación. Eso cambió en noviembre de 1950 cuando el Papa Pío XII en la bula Munificentissimus Deus lo definió como un dogma que se debe creer (pero dejó abierta la cuestión de si María murió o no antes de ser llevada corporalmente al cielo). Para los luteranos, esto es evidencia de que el Papa se ha puesto por encima de las Sagradas Escrituras, que son la única fuente infalible de doctrina.