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La Escritura dice que la vida de cada ser humano tiene valor en los ojos de Dios, en el vientre de su madre y en cada etapa de vida después. Dios ha dado el gobierno civil la autoridad de usar la espada, o fuerza de armas, contra los malhechores violentos (Romanos 13:4), pero no contra los indefensos, como niños, ancianos o incapacitados. No debería sorprender que lo contrario sea cierto de Satanás y sus servidores.

Y habiendo ellos partido, he aquí el ángel del Señor apareció en un sueño a José, diciendo: Levántate, toma al niño y a su madre, y huye a Egipto, y quédate allá hasta que yo te diga; porque Herodes buscará al niño para matarlo. Y despertando él, tomó de noche al niño y a su madre y se fue a Egipto; y estuvo allá hasta la muerte de Herodes; para que se cumpliese lo que dijo el Señor por medio del profeta, diciendo: De Egipto llamé a mi Hijo. Herodes entonces, al verse burlado de los sabios, se llenó de ira, y mandó matar a todos los niños de dos años para abajo que había en Belén y en todos sus alrededores, conforme al tiempo que había inquirido de los sabios. Entonces se cumplió lo que fue dicho por el profeta Jeremías, que dijo: Voz fue oída en Ramá, lamentación, lloro y gemido grande, Raquel que llora a sus hijos, y no quiso ser consolada, porque perecieron. Mateo 2:13-18