"Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces." Mateo 7:15
“Profetas” y “maestras” eran títulos para los pastores del Nuevo Testamento (Hechos 13:1; Marcos 10:41). En nuestra lección del Antiguo Testamento (Jeremías 23:16-25) para hoy, el octavo domingo después de Trinidad, el profeta niega que los falsos profetas autoproclamados puedan ser portavoces de Jehová. También, en nuestro evangelio (Mateo 7:15-23), la voz de los falsos profetas procede de la boca de hombres que llaman a Jesús “Señor” y que pueden dar credibilidad a su mensaje por medio poderosos hechos. En nuestro evangelio, el uso del término, “falso profetas”, profetiza la venida de los disfrazados de legítimos portavoces de Jesús que lograban a conducir la gente al error. Los falsos profetas falsifican deliberadamente la Palabra de Dios. Sustituyen la verdad eterna con sus propias mentiras y la sabiduría de hombres falibles. Profesan tener una comisión de Dios mismo. Pero su verdadero carácter se mostrará después. Su naturaleza es devorar; son codiciosos de dinero, ambiciosos de poder, pero ansiosos, sobre todo, de destruir el alma.