Los diáconos asimismo, deben ser honestos, sin doblez, no dados a
mucho vino, no codiciosos de ganancias deshonestas; que tengan el
misterio de la fe con limpia conciencia. Y éstos también sean
sometidos a prueba primero, y entonces ejerzan el diaconado, si son
irreprensibles. Las mujeres asimismo, honestas, no calumniadoras,
sino sobrias, fieles en todo. Los diáconos sean maridos de una sola
mujer, y que gobiernen bien sus hijos y sus casas. Porque los que
ejerzan bien el diaconado, ganan para sí un grado honroso, y mucha
confianza en la fe que es en Cristo Jesús. 1 Timoteo 3:8-13