Para ayudar a los ancianos, esta Santa fundó el Instituto de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados. Tuvo una vida de entrega incansable a éstos. A pesar de las dificultades, nunca dejó de ayudarlos, muriendo en el servicio. Tenía el secreto de su paz interior inalterable en medio del tráfago continuo, en sus palabras: "Dios en el corazón, la eternidad en la cabeza, y el mundo bajo los pies".
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