Conocer por qué nuestras habilidades forman parte del terreno cultivable, es muy importante, sin duda es la tierra prometida y forjadora de futuros provechosos y fructíferos.
Recrear una historia que nos lleve a un mundo diferente donde la magia de la mitología pueda recrear un espacio propio es algo fascinante. Siempre hay algo que decir a los seres queridos de una forma especial. Cuando el caso es que tus hijos ya han crecido, no hay mucho que decirles, tal vez solamente dejarles algunas ideas que nos permitan invitarlos a reconocer el espacio personal que uno es a través de pensamientos mágicos.
Este es el motivo de este relato: llegar a ellos cuando ya se ha dicho o hecho lo que se fue posible y donde no se ha relatado lo que es uno en esencia y que no siempre es fácil de hacer en la vida y sus rutinas cotidianas.
Hay un mundo que nos impide a veces ser lo que deseamos y en el camino deambulamos con los recursos que nos ha señalado la vida y con los privilegios que nos hemos proporcionado para alentar nuevos caminos; en ellos hay limitaciones, hay reglas y una infinidad de recursos que son aprovechados a la manera que el mundo dicta, pero a la par están los sentimientos que nos hacen únicos. Y que nos permiten respirar el propio aliento a través de la creatividad, sea, pues, un camino que no todos siguen y que no nos valida más allá de los sentimientos más esenciales que somos en espíritu.
Entonces les invito a este viaje imaginario que inicia con el momento en que un conocido centauro medita en la montaña y tiene una preocupación que necesita de la colaboración y el apoyo de otros para lograr un firme objetivo.
