¿Será que nuestro objetivo se basa principalmente en ir detrás de lo que no tenemos? Pareciera que nos mantenemos en una insatisfacción constante. Si ubicamos en tiempo y espacio los momentos de disfrute, podemos encontrarlos en nuestro futuro o en el pasado. Generando ansiedad por lo que vendrá y melancolía por aquello que no volverá. Es común escucharnos diciendo, “cuando llegue aquel día seré tan feliz…” O tal vez expresando con un nudo en la garganta, “daría lo que fuera por regresar a ese día donde fui feliz.”. La pena es que el verdadero tiempo posible de vivir es el presente. El ayer estará siempre en nuestro recuerdo y el mañana ocupará nuestros sueños. Pero el momento para valorar es hoy.