El tercer paso del discipulado
“Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad.”
Mateo 5.5
El primer paso del discipulado fue un corazón roto por nuestra condición pecaminosa, nuestra condición espiritual sin Cristo.
El segundo paso es el arrepentimiento cuando lloramos por nuestros pecados. Dios, a través de su palabra, rompe nuestro corazón por nuestra condición pecaminosa. Luego corremos hacia los brazos del perdón de Dios con lágrimas de arrepentimiento.
El tercer paso del discipulado nos muestra algunos de los frutos del nuevo nacimiento en nuestra vida cristiana. Dado que verdaderamente nos arrepentimos y confiamos en Cristo, comenzamos el proceso de llegar a ser más como Jesús en nuestra persona y carácter. Comenzamos a buscar su sabiduría más a través de estar cerca del pueblo de Dios y su palabra. Es después del nuevo nacimiento que buscamos el bautismo bíblico a través de una iglesia local como lo encontramos en el Nuevo Testamento. El Señor nos ayuda en esta etapa a pensar menos en nosotros mismos y más en los demás.
“Pero los mansos heredarán la tierra,
Y se recrearán con abundancia de paz.”
Salmo 37.11
“Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca.”
Isaías 53.7
”Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga.”
Mateo 11.29–30
“quien cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga justamente; quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados. Porque vosotros erais como ovejas descarriadas, pero ahora habéis vuelto al Pastor y Obispo de vuestras almas.”
1 Pedro 2.23–25
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