A lo mejor usted también ha intentado sacar adelante las horas del domingo, nosotros hemos intentado de todo: las tardes de helado en el parque, las caminatas de punta a punta en el pueblo buscando la aldaba ganadora, las infecundas horas mañaneras viendo en la televisión a hombres dando pedalazos en sus bicicletas, las esquizofrénicas miradas buscando los peces más gordos de la fuente, la búsqueda desesperada y violenta de espasmos ancestrales que enferman más de lo que alivian , la mirada al poniente a través de la ventana planeando el crimen perfecto (incluyendo formas de deshacer también el cuerpo del asesino)… Mas nada nos ha quitado de encima el yunque de aristas afiladas que significa vivir en un día como estos. Para Maximiliano Alfonso los domingos huelen a galletas, nosotros también lo sentimos en el aire.