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Description

Dagerman en un acto de plena soberanía decidió dar fin a su vida un cuatro de noviembre de 1954 (Dos años después de haber escrito este ensayo aquí relatado). De algún modo tuvo que defender sus palabras -si consideramos que lo que se escribe no es solo liberación, sino a su vez nuestro propio juez y verdugo- y lo hizo de la manera más valiente y noble, cerrando las ventanas para esperar la muerte silenciosamente; resolviendo así, a su propio modo, la pregunta fundamental de la filosofía como escribiría Camus: juzgar si la vida vale o no la pena de ser vivida. 

Lo que nos ocupa en este ensayo es la lucha por mantener la vida, la búsqueda casi siempre desesperada de asideros y boyas en altamar, la confirmación de que fuera de nuestros propios límites no hay hacha que pueda con el silencio viviente.