Así como veíamos en el capítulo anterior la importancia que tienen las palabras que usamos, así como la manera en que las decimos, en este capítulo exploramos el sentido que le pueden dar las palabras a nuestra relación con Dios. Normalmente entendemos que en diferentes ámbitos hay que cuidar como nos expresamos, pero rara vez nos cuestionamos si la manera en que nos expresamos con Dios es algo que nutre nuestra relación con Él o algo que simplemente la confunde. Si buscamos que nuestra dimensión espiritual se desarrolle de manera trascendente y profunda habrá que ver que tan sinceras son nuestras oraciones, tanto con Dios como con nosotros mismos. "Cuando recéis, no seáis palabreros como los paganos, que se imaginan que por hablar mucho les harán más caso." Mateo 6,7
