Como católicos desde pequeños nos plantean una meta, esta siendo la santidad. Muchas veces lo vemos como algo muy lejano e inalcanzable reservado para muy pocos que llevan una vida dentro del magisterio ya sea como religiosos o sacerdotes. Debemos de entender que la santidad es para todos y que no es algo tan lejano como creemos. La santidad es una decisión que se toma todos los días llevándonos a un estilo de vida que nos acerca cada vez más a la plenitud en Cristo Jesús, debemos de ir alcanzando la santidad desde ahorita que estamos vivos en lo pequeño y en lo grande, en lo cotidiano desde el trabajo, la escuela, el hogar etc. En cada uno de estos lugares podemos alcanzar la santidad. Por lo mismo de que todos somos almas tan distintas y complejas cada uno debe de seguir su propio camino al cielo, la clave está en el amar constantemente, así como San Agustín o San Pedro hicieron su camino al cielo amando constantemente en Cristo Jesús, nosotros podemos hacer lo mismo siempre y cuando acojamos la gracia de Dios.