La sabiduría comienza con un oído dispuesto: quien acepta la corrección crece, evita repetir errores y camina con prudencia; quien la rechaza se vuelve sabio en su propia opinión y tropieza donde otros ya cayeron. Abre el oído, busca consejo probado y somete tus decisiones a la luz de la Palabra; ahí nacen el criterio, la cordura y la paz.