Perseverar en las disciplinas exige definir lo primero: buscar el reino, ordenar el día con devoción, y dejar que el Espíritu use hábitos sencillos (Palabra, oración, adoración, servicio y descanso) para formar a Cristo en nosotros. Las disciplinas no son legalismo ni lista de tareas; son prioridades vivas, practicadas en comunidad, que ponen el tesoro en Dios y vuelven eficaz el resto del tiempo. Elige cada mañana “primero lo primero” y sosténlo con constancia.