Elías reta al pueblo de Israel en el Monte Carmelo a decidir entre dioses falsos y el Dios verdadero. El desafío: invocar a sus dioses para que prendan fuego al sacrificio—y solo el Señor responde. Este fuego divino no solo autenticó al verdadero Dios, sino que puso en evidencia lo inútil de confiar en ídolos hechos por manos humanas. Ahora, surge una pregunta: ¿En quién ponés tu confianza hoy? ¿Tus conquistas, tus gustos, tus pasiones… o solo en el Dios que responde con fuego?