Elías no murió, sino que fue llevado por Dios en una carroza de fuego—una escena majestuosa que representa la recompensa de una vida de obediencia. Este devocional nos invita a reflexionar sobre la verdadera paternidad espiritual, el discipulado y la misión de formar generaciones que permanezcan firmes en la Palabra. El legado de Elías nos desafía a ser discípulos que dejen huella en otros.