La historia de Eliseo nos recuerda que los profetas tenían la tarea de mostrar lo que los hombres no podían ver. En medio de una crisis, la palabra de Dios reveló esperanza y dirección. Aunque los reyes no veían señales de lluvia, el Señor prometió agua, enseñándonos que su voz abre nuestros ojos espirituales para confiar en lo invisible. La Biblia es hoy nuestra voz profética que nos enseña a mirar más allá de las circunstancias y ver a Dios en cada detalle de la vida.