En tiempos de crecimiento, trabajo y visión, a veces “se nos cae el hacha”: perdemos filo, fuerza o, sencillamente, el instrumento con el que Dios nos puso a construir. En 2 Reyes 6:1–7, Eliseo nos enseña que Dios cuida tanto de lo grande como de lo pequeño: pregunta “¿Dónde cayó?”, señala el lugar de la pérdida y obra el milagro para que el hierro flote.
Hoy el Señor puede mostrarte dónde se te cayó el filo, cuándo dejaste de lado la oración, y cómo recuperarlo. No es a la fuerza; es con Su presencia. Vuelve al punto de la caída, obedece Su voz… y recoge tu hacha.