¿Sería mucho pedir que desde el colegio se les enseñe a los niños a confiar en sí mismos? ¿Cuántos dolores de cabeza nos hubiésemos ahorrado si cuando niños se nos hubiera hablado de la tolerancia a la frustración, del autoconcepto, de la autoimagen, del valor intrínseco que existe en nosotros solo por el hecho de existir? ¡Y de muchos temas más que hoy por hoy serían un excelente complemento a la vorágine que vivimos en nuestra mente y con nosotros mismos!
Creo que a veces, ya cuando adolescente o adultos, nos aferramos con uñas y dientes a lidiar sanamente con nuestro día a día, intentando que la ola de pensamientos no nos sabotee los objetivos trazados, y buscando no olvidar porqué los elegimos y si tenemos todo aquello que nos va a servir para lograrlos.
¿Te enseñaron a confiar en ti? ¿Alguien te dijo cómo hacerlo o por qué hacerlo o cual es el camino para lograrlo?
A mí, nadie me dijo cómo confiar en mí, y pues nada, ¡te quiero contar como lo he logrado y cómo no dejo de trabajar en ello día a día!