Todas las experiencias, buenas o malas tienen el poder de dejarnos algo bueno. Y lo bueno que nos dejan, es el aprendizaje. Cuando experimentamos algo, se crean nuevas conexiones neuronales en nuestro cerebro que nos permiten aprender de la experiencia y almacenar dicho aprendizaje en nuestra memoria para después, cuando experimentemos algo similar, podamos acceder a él y aplicar lo aprendido. Lo que estamos viviendo con el COVID-19 tiene el potencial de dejarnos un increíble aprendizaje como sociedad, pero también a nivel personal nos puede enseñar mucho sobre nosotros mismos y sobre quienes nos rodean.