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Son muchas las emociones que podemos experimentar los seres humanos. Y un lugar en donde de seguro repercutirán será en los intestinos.


Es ya desde hace mucho tiempo atrás que poner atención a los efectos de las emociones en los intestinos se vuelve prioritario.


No es poco común que una emoción “mal digerida” provoque enfermedades como gastritis, colitis, colon irritable, hernia hiatal, estreñimiento crónico y muchas otras cosas más.


Recordemos que las emociones se han clasificado en ‘emociones ‘primarias’, como son el miedo, la ira, la alegría, la tristeza, el disgusto y la sorpresa. Estas emociones están acompañadas de patrones de conducta tales como respuestas faciales, motoras, vocales, y por supuesto endocrinas.


Hay otras emociones secundarias como la envidia, la vergüenza, la culpa, la depresión y muchas mas, que no por ser secundarias son menos dañinas al organismo, sino todo lo contrario. En realidad estas emociones más complejas provocan grandes problemas al organismo.


¿Qué tienen que ver las emociones con los intestinos?


El intestino, en concreto la flora intestinal que en él habita, se ha revelado en estudios practicados que es como un segundo cerebro, que va a influir no solo en el tubo digestivo, sino también en el comportamiento.


Existe una conexión muy real entre lo que comemos, lo que bebemos y lo que respiramos con la salud y el estado de ánimo.


El intestino tiene su propio sistema nervioso, denominado entérico, y que se encuentra formado por unos 100 millones de neuronas. De ahí su nombre de segundo cerebro. Y los estados emocionales y los estados de ánimo tienen repercusión en el intestino, en el sistema inmune y en la flora intestinal.


Cuando se presentan alteraciones de este tipo en el intestino, se puede presentar depresión, ansiedad, cambios en el estado de ánimo, sueño, problemas de regulación del apetito, náuseas, dolores, vómito o un hambre incontrolable o por el contrario ausencia de ella.


Pero lo más importante y revolucionario es tomar consciencia de que nuestro ecosistema intestinal funciona como un segundo cerebro que está en constante comunicación con el cerebro que se aloja en el cráneo.


Así el primer cerebro informa al segundo, y el segundo informa al primero de manera constante, comunicándose entre ellos e intercambiando datos vitales para el funcionamiento general del organismo de los seres humanos.


Su “conversación” puede llegar a determinar la propensión a padecer una enfermedad, así como la forma en la que esta puede evitarse.


En definitiva, saber más a fondo de este tema no solo te lleva a tener una mejor salud física, sino también bienestar mental y emocional.


Te invito a que nos acompañes en esta breve charla que sostuve con la médico Lucy Ocampo. ¡Las emociones sí afectan a los intestinos! ¡Acompáñanos!