San Lucas
8,16-18
Si nos
abrimos a la palabra de Dios siempre dará frutos. Un fruto hermoso es que llene
de luz nuestros corazones. Al recibir luz, tenemos que irradiarla a los demás.
Sabiendo que no es nuestra luz, sino la Luz de Dios, que recibimos para dar. Los
cristianos somos iluminados por Jesús, la luz del mundo, para iluminar.
Somos
evangelizados para evangelizar. Que trasmitamos la luz del evangelio, porque lo
que recibimos es para bien de los demás, no para que lo guardemos egoístamente.