No podemos pretender delante de la gente un servicio limpio y admirable, cuando delante de Dios estamos edificando con manos sucias por la inmundicia de nuestra vida mundana.
Es un buen tiempo para invertir en nuestra verdadera carrera, la espiritual. Es un buen día para escuchar a Dios y examinarnos, tomar decisiones y seguir dignamente.