A inicios del siglo XIX un bandido atemorizó a Puerto Príncipe a tal punto que le atribuyeron cualidades casi sobrehumanas.
Se dice que no era un simple salteador de caminos o ladrón. Según Roberto Méndez en su libro Leyendas y Tradiciones del Camagüey, "si sacrificaba aquellas bestias es porque la lengua asada era su alimento preferido y siempre que recurrió a los secuestros fue para exigir comida a cambio".
Sobre esta historia trata nuestro siguiente podcast, no te pierdas los detalles de esta leyenda.
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