Manuel Estrada Cabrera se autopercibía el dios de Guatemala. Un día, en medio de la celebración de la diosa de la sabiduría, resolvió por decreto que la devastadora erupción de un volcán que estaba ocurriendo en ese preciso momento, no existía. Guatemala no para. Cientos de poblados destruidos, mares de lava, lluvia de cenizas, cascotes que azotan a los presentes, pero “no pasa nada, la fiesta sigue”. Escuchalo acá.