El 22 de diciembre de 1989 fue derrocado el último dictador comunista de Europa, Nicolae Ceaușescu, quien mantuvo un estricto régimen en Rumanía.
Pasó por diversos cargos políticos ligados a la agricultura y a las fuerzas armadas, y a mediados de los 60 se hizo con la Secretaría General del Partido Comunista en su país.
Se caracterizó por mantener un estado policial, pero con mucha corrupción y un gran culto a la personalidad, donde su egocentrismo fue el motor de su mandato.