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El deterioro a ambos lados de la grieta y la necesidad de los capitalistas de tensar el discurso político hacia la derecha han abierto paso peligrosamente a este nefasto exponente de lo más rancio de la política argentina, pero con nuevo peluquín. Análisis de un fenómeno que hay que combatir con firmeza para no regalarle ningún espacio.



Diversas encuestas dan cuenta del crecimiento electoral de Javier Milei. Las más favorables lo ubican por encima del 20%, mientras que otras en un moderado 16%. Con estos guarismos, si bien sería audaz afirmar que pudiera llegar a una segunda vuelta por el ejecutivo, definitivamente sus votos son un capital que puede terminar inclinando la balanza por uno u otro candidato, definiendo al próximo presidente del país.

Esta situación ha colocado al histriónico (y nefasto) representante de los mal-autodenominados “libertarios” como primus inter pares con pesos pesados como Macri y Bullrich, que quisieran integrarlo a JxC. La división del electorado reaccionario podría significar una derrota de los “halcones” frente al ala moderada de Juntos, dándole a Larreta la victoria necesaria para catapultarlo a la contienda presidencial.

En una coyuntura en la que se han acrecentado las tensiones en las dos coaliciones mayoritarias. En el marco de una larvada pero gravísima crisis económica, con una inflación histórica y descontrolada y un ajuste en puerta vía el acuerdo con el FMI, varios analistas comienzan a presentar la hipótesis de que quizás la escena política electoral se presente más fragmentada que de costumbre.

Al no haber irrupción social en las calles, la crisis se desarrolla y canaliza a través del debate público, con un festival de candidaturas y adelantamiento de la campaña electoral. El crecimiento de la adhesión a Javier Milei y la polarización del debate parecen ser indicadores de que podríamos estar acercándonos a una nueva situación en lo que respecta a los equilibrios en la representación política argentina.