El 2 de septiembre se cumplirán 144 años de la primera huelga obrera en argentina, declarada por los tipógrafos, que también fueron los primeros trabajadores en organizar un sindicato en nuestro país.
La protesta se originó por el intento de las empresas gráficas de recortar los salarios de los trabajadores. Las asambleas, en las que participaron miles de obreros, votaron ir a la huelga. Sin saber que estaban escribiendo una página fundamental en la historia del movimiento obrero argentino.
De esa protesta hasta hoy, han ocurrido muchos otros conflictos, con triunfos y derrotas. Pero lo que es indudable es que todas las reivindicaciones obtenidas hasta hoy, fueron fruto de lucha y movilización popular. ¿Qué hubiera sido del derecho al descanso dominical, por poner un ejemplo, de no ser por las miles de manifestaciones y protestas del movimiento obrero? ¿Y de la jornada de 8 horas, hoy tan cuestionada por el avance de la precarización laboral?
Contra los que buscan romper los lazos de solidaridad de clase, es necesario reivindicar esos métodos de lucha de la clase trabajadora y los sectores populares, fundamentales más que nunca ante los ajustes en puerta por el pacto con el FMI.
Ellos quieren desarmarnos frente a los ataques del gobierno y el Fondo. Tras firmar un acuerdo que hipotecará el futuro de los trabajadores durante años y que traerá ajustes, hambre, miseria y dependencia al imperialismo. Quieren que nos peleemos entre nosotros. Ocupados contra desocupados, trabajadores de planta contra precarizados, argentinos contra inmigrantes, en lugar de reconocernos como una misma clase social, con los mismos intereses y los mismos enemigos.
La historia nos demuestra que la lucha en las calles es el método gracias al cual que tiene la clase obrera para hacer valer sus intereses y reivindicaciones. Así echamos a los ajustadores en el 2001, y así vamos a echar al FMI dos décadas después. Por eso: ¡vivan los piquetes! ¡vivan la huelgas! ¡Vivan las movilizaaciones! ¡Viva la protesta social!