En el living de su casa, Hugo se sienta frente a un mar de teclas, sus manos danzando con gracia sobre ellas, recuerda melodías cautivadoras que llenan el aire con una magia musical. Cada nota que toca es como una pincelada de color en un lienzo sonoro, pintando paisajes de emociones. Su pasión por la música es palpable, y con cada nota, se transporta a un viaje de ensueño de mediodías y noches de bailes y actuaciones musicales por toda la provincia, dónde el maestro regaló su toque de encanto y ritmo a cualquiera que lo quisiera escuchar.
Hoy, Hugo no está, pero nos quedan sus recuerdos y esta entretenida conversación de su vivencia. Que lo disfruten..
