1- Mantenerse en la palabra de Dios
Salmo 119:1–8 NVI
1 Dichosos los que van por caminos perfectos, los que andan conforme a la ley del Señor.
2 Dichosos los que guardan sus estatutos y de todo corazón lo buscan.
3 Jamás hacen nada malo, sino que siguen los caminos de Dios.
4 Tú has establecido tus preceptos, para que se cumplan fielmente.
5 ¡Cuánto deseo afirmar mis caminos para cumplir tus decretos!
6 No tendré que pasar vergüenzas cuando considere todos tus mandamientos.
7 Te alabaré con integridad de corazón, cuando aprenda tus justos juicios.
8 Tus decretos cumpliré; no me abandones del todo.
2- Mantenerse plantado en la casa de Dios
Salmo 92:13 NVI
13 Plantados en la casa del Señor, florecen en los atrios de nuestro Dios.
Pasa algo sobre natural en nuestra vida cuando estamos cubiertos por las oraciones, las bendiciones, liderazgo y poderes espirituales de una iglesia sana centrada en Jesús.
Para mantenernos en el proceso de transformación de nuestro ser necesitamos de la iglesia local, de igual manera como la iglesia local nos necesita, debemos estar plantados.
3- Mentores
Muchas veces podemos engañarnos a nosotros mismos pensando que por que estudiamos la palabra de Dios, escuchamos Podcasts o vamos a la iglesia somos discípulos de Jesús.
No puedo negar que es una parte vital de ser cristinos y de enriquecer nuestra relación con Jesús, pero nos lleva simplemente a enriquecer más nuestro conocimiento, ser discípulo es mucho más que eso, y es que la vida real solamente pasa en el contexto de las relaciones personales con otros creyentes sanos. Se trata de sumisión y responsabilidad, de dar cuentas y eso pasa cuando nos ponemos en una posición de ser mentoreados, ensenados por otra persona que es mucho más madura y sabía que nosotros.
El discipulado es una bendición natural que se da al estar plantado activamente en una sana iglesia local.
4- Amigos - Circulo intimo
Los amigos que siguen de igual manera a Jesús son bendición que nos aleja de estar solos y aislados y lo que es peor es que nos lleva a caer en lo que antes hacíamos y resbalar nuevamente en el pecado.
Cuando no somos vulnerables y tenemos responsabilidad frente a otros, muchos de nosotros no tenemos la diciplina para mantenernos alejados de los ganchos del pecado que siempre está listo para agarrarnos, la pereza, la apatía, la mediocridad, la autogestión, el pecado sexual, el orgullo, la envida y la lista sigue.
Estamos hechos para relacionarnos con los de demás, para vivir en comunidad, con Dios y con los demás.
No puedo llegar a mi destino sin Dios, sin conocer a Jesús, y solamente lo conozco cuando me riendo y me entrego a Él, cuando confió en su palabra y paso tiempo meditando en ella, congregándome junto con otros que lo buscan con pasión y recibiendo la bendiciones de contar con mentores y amigos a los cuales rindo cuentas y me acompañan en mis luchas diarias.