No me dejo de asombrar por que muchas veces somos nosotros mismos los que nos limitamos, limitamos nuestro crecimiento, nuestras experiencias, nuestras relaciones, presentes y futuras por que nos quedamos atados al pasado, por que por nuestros paradigmas y nuestra manera de ver las cosas asumimos y juzgamos, por que pensamos y creemos que tenemos la verdad completa sobre alguien o algo. Muchas de estas limitaciones vienen desde nuestra casa, de la manera en que fuimos criados, por el colegio, los amigos del barrio, la universidad para aquellos que tuvimos la oportunidad de asistir a una, por el trabajo.
Y cuando oportunidades de crecimiento, de aprendizaje, de relacionarnos con otros, de encontrar a la pareja que será el compañero/a por el resto de nuestra vida, ni teniéndolo enfrente las reconocemos.
Cuando hablamos de relacionarse con otras personas el tema se complica aun mas, por que cuando no conocemos a alguien que según nuestros estándares cumpla con lo mínimo requerido lo tratamos menos que a una persona, ni siquiera lo hacemos personal y es así que cuando vemos la necesidad en alguien mas, en una esquina o una foto de un niño del interior de la republica o del África con la barriga hinchada por la desnutrición hoy difícilmente mueva algo dentro de nosotros. No lo conocemos por que no lo hacemos personal.
En el caso que decidamos conocerle un poco, empiezan a salir nuestros filtros, si esos filtros que traemos de la crianza, del colegio, de los amigos, del circulo social y económico donde tuvimos la oportunidad de nacer y crecer, muy poco nos preocupamos por conocer a la persona y de una nos quedamos centrados en sus características ya no para conocerlos sino para comparar y juzgar, para calificar si cumple o no con los estándares que necesitamos para relacionarse con nosotros y entonces si puedo conocerlo como persona, pero antes ni para que hago el mínimo esfuerzo, vamos juzgando y categorizando a la personas según los criterios de este mundo.