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Hoy, de cada 100 hombres, solamente uno lee la Biblia. Lo impresionante de esto es que los 99 restantes leen a un cristiano.

Yo, por mi parte, quiero ser una colonia del reino de Dios aquí en la tierra

Nuestras creencias sobre temas morales, legales, sociales, políticos, deportivos, nos llevan a extremos opuestos dentro de nuestras familias, grupos de amigos, lugares de trabajo y, como consecuencia, de esta polarización. Aquellos que tienes voces moderadas pierden influencia, y nosotros queremos ser escuchados.

De un partido de futbol han salido muertos porque van con el otro equipo, almuerzos familiares han terminado en peleas por temas deportivos o políticos, y qué decir cuando se entra en temas de creencias religiosas.

Quien tiene la voz más fuerte quiere imponer sus creencias y sus razones, dando por sentado que son las correctas.

Lo que para mí puede ser moralmente correcto, para el que está sentado a mi lado es completamente inmoral, y es así como cada vez que emitimos nuestra opinión, la distancia que tenemos con el que está al lado nuestro en vez de hacerse más corta, se hace más distante y más profunda.

Padres con hijos, entre hermanos, amigos, compañeros, cada vez más distantes, pero, aun así, creemos que, opinando, actuando y algunos involucrándose en diferentes actividades que les permiten alzar su voz y emitir sus opiniones sobre lo que moral, legal y socialmente les parece correcto, va a cambiar este reino, este mundo.

Sinceramente no lo creo, lo que sí creo es que cada vez vamos a ser conocidos por aquello a lo que nos oponemos, cuando debemos ser conocidos por el REINO que proponemos, el reino de Dios, el reino eterno.

Seguimos pensamos que todo va a mejorar en este reino si más personas actúan como nosotros creemos. Si el presidente opina y piensa como yo creo, todo mejorará, que, si el congreso aprueba las leyes que necesitamos para ser moral y socialmente correctos esto, se compone. Si cambian a mi jefe y contratan a un cristiano en mi empresa, si los policías hacen mejores controles y pruebas a sus agentes para que no sean corruptos y racistas, y así nos podemos quedar pensamos que aún se puede mejorar este reino con nuestras opiniones.

Hoy vivimos en un mundo violento, agresivo, donde la ley del más fuerte es la que muchas veces gana, sin importar qué pasa con el más débil. Un mundo donde hoy se mueve y responde por las preocupaciones de aquellos que tienen más, pero, aun así, hoy esperamos que el estado, por medio de la salud pública, la educación, la cultura y el manejo del orden público resuelva los grandes problemas que nos agobian. El poder sigue concentrado en unos pocos que compiten entre ellos y que llegan a descubrir que no hay reglas que les apliquen, que está en juego solo la vida y la muerte.

Donde el complacerse sin importar las consecuencias y que cada cual haga lo que le parece porque así le parece, debe ser la norma. Donde debemos aceptar a los demás de la manera en que piensan, porque si no estamos discriminando.

Hoy en día, la ética y más la moral son conceptos exóticos, por no decir que en desuso. Cuando alguien se atreve, no solo a hablar de ética y de moral, sino a vivir consecuentemente con su discurso, se le considera anticuado, ingenuo y hasta bobo. Hoy es el mundo de las conveniencias y no de las convicciones.

Hay quienes consideran que hablar de moral es inadecuado, que de lo que se debe hablar es de ética porque si se habla de bien y de mal, de correcto o incorrecto no es procedente.

Pensamos que, si se implementan normas que rijan el comportamiento del hombre moderno llegaremos así a tener una sociedad armónica, equilibrada, justa y feliz, nada más lejos de la realidad.