Desde que me mudé a Madrid por segunda vez, he tenido la mente en el futuro. Principalmente me ha preocupado el tema de los ahorros. Viviendo sola en Madrid, no tengo una capacidad de ahorro enorme, lógicamente, y esto me tuvo muchos meses preocupada. ¿Cuándo tendría suficiente para poder viajar a ver a mi pareja? ¿Cuándo podré tener un coche? ¿Cuándo podré comprar una casa? La respuesta a estas preguntas, en mi mente, era: a este ritmo, nunca.
Nuestro cuerpo no diferencia los pensamientos reales de las situaciones que imaginamos que se darán en un futuro, y los efectos a nivel emocional son iguales que si eso que nos preocupa estuviese ocurriendo. En este episodio hago una reflexión sobre la conclusión a la que llegué para aceptar mi realidad, disfrutarla y confiar en lo que vendrá.